¿Por qué es un acierto hacer psicoterapia?

Me gustaría comenzar con otra pregunta: ¿estaría usted dispuesto a enchufarse a una máquina que le cargara la batería al finalizar la jornada, que le devolviera el ánimo y le hiciera recuperar la sonrisa; una máquina que le permitiera al día siguiente volver al trabajo con energía y continuar con su vida sin tener que plantearse cambios importantes en sus relaciones? No me diga que no es tentador. Además, ¿no cree que esta máquina podría ser también el remedio ideal para la depresión y la ansiedad, entre otros? ¿Quién podría resistirse a un tratamiento así, una vez esté validado empíricamente, con efectividad y eficacia científicamente demostradas?


Mi punto de vista profesional

Si bien es cierto que puede sonar fascinante, en mi opinión, antes que beneficioso este tratamiento sería una perdición para las personas depresivas o con ansiedad, una sentencia que las condenaría a la amargura para el resto de sus vidas.

¿Por qué?

Porque eliminar los síntomas sin haber elaborado los conflictos subyacentes nos deja a las personas impotentes a la hora de hacer cambios y sometidas a la misma situación que nos está haciendo sufrir. En relaciones de maltrato, por ejemplo, la supuesta máquina dejaría a la persona maltratada totalmente lista para seguir soportando un día más la situación indeseada. Como podrá suponer, este sería el invento ideal para los poderes dominantes, el «mejor avance» posible de la ciencia moderna: se acabarían las depresiones, la desgana, el hastío, las quejas, las huelgas, la necesidad de cambio. Las personas acataríamos, obedeceríamos y cada noche nos enchufaríamos unos minutos a la maquinita para descargar nuestras tensiones y acostarnos después diciendo aquello de «¡Qué contento estoy!».

La psicoterapia es otra cosa: es un proceso interactivo, basado en el diálogo, en el que la participación activa de la persona tratada es indispensable para que se produzcan cambios significativos, estables y generalizables a otras situaciones de la vida.

Los psicoterapeutas tenemos en cuenta que cada persona es irrepetible, que cada cual ha vivido sus propias experiencias y las ha procesado como ha podido; por eso, el desarrollo de las sesiones será diferente con cada paciente y, aunque el punto de partida de varias personas sea similar, el recorrido será totalmente novedoso con cada una de ellas.

Además, sabemos que lo importante no son los síntomas en sí, sino la persona en su conjunto, y que el malestar psicológico desaparece conforme se van resolviendo los problemas.

Resumiéndolo mucho, le diría que el resultado de un proceso psicoterapéutico es la adquisición de recursos personales y relacionales para dejar de repetir los patrones habituales que le están generando sufrimiento; de esta manera, usted podrá tomar decisiones más conectadas con sus propios deseos, sin olvidar las exigencias de la realidad social. Como podrá figurarse, todo esto conduce a un aumento de la calidad de vida.

¡Qué diferente es la remisión de síntomas como efecto de un trabajo psicoterapéutico que cuando es producto de un tratamiento sintomático, como el de la máquina imaginada! Pero no crea que estamos muy lejos de este tipo de máquinas que se empecinan en eliminar síntomas a toda costa despreciando el mundo subjetivo de cada persona. Máquinas ya hay muchas en el mercado, aunque con distintos disfraces.

La psicoterapia no va por ahí, la psicoterapia es otra cosa…

 

Daniel González
Psicólogo en Sevilla especialista en Psicología Clínica y Psicoterapia

 

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