En su Fenomenología del espíritu, Hegel explica el origen de la historia mediante el mito del amo y el esclavo.
Parte de la diferencia entre deseo animal y deseo humano. El animal persigue cosas naturales con fines adaptativos: principalmente, alimento. El deseo humano, en cambio, apunta al deseo del otro, busca ser deseado. Para Hegel, lo que uno desea es que el otro lo reconozca y, de ese modo, se le subordine a él.
De esta forma, la historia comienza cuando se enfrentan dos deseos, dos conciencias deseantes. Ambas desean ser reconocidas por el otro, esperan dominar al otro. De este enfrentamiento surgirá una lucha a muerte, que se resolverá cuando una de ellas anteponga el miedo a morir a su propio deseo. Es el caso del esclavo. Por el contrario, saldrá victorioso aquel cuyo deseo sea más fuerte que el miedo a morir. Esta es la figura del amo. El estatus de humano pasa, entonces, por arriesgar la vida en busca de la libertad.
Sin embargo, ahora el problema lo tiene el amo, que queda degradado, puesto que el reconocimiento que obtiene es un reconocimiento sin valor, un reconocimiento que proviene de alguien que renunció a su deseo. Además, al ser el esclavo quien trabaja para él, el amo queda pasivo y ocioso, consumiendo -como un ser animal- los objetos que el esclavo produce. El amo ha quedado dependiente del esclavo.
El esclavo, por su parte, trabaja la materia y va transformando la naturaleza con su acción creativa, dando lugar así a la cultura. De esta manera es como se sentirá más humano que el propio amo y como descubrirá su libertad.
Esta breve síntesis de la dialéctica del amo y el esclavo de Hegel nos va a permitir analizar la dinámica de algunas relaciones interpersonales. Lo dejamos para otra ocasión.
Daniel González
Psicólogo en Sevilla especialista en Psicología Clínica y Psicoterapia