«Todos nuestros sueños se pueden hacen realidad si tenemos el coraje de perseguirlos» (Walt Disney).
Las redes sociales están llenas de frases que nos recuerdan la importancia de luchar por lo que queremos, frases más o menos ingeniosas que tratan de motivarnos a cumplir nuestros sueños. Generalmente, la emoción que nos despiertan sólo dura lo que tardamos en pasar a la siguiente publicación, de manera que ni nos dejan huella ni influyen verdaderamente en nuestras acciones. ¡Pero no por eso dejan de ser valiosas!
¿Acaso no merece la pena que nos detengamos a valorar si estamos orientando nuestra vida en función de nuestros deseos, atendiendo, por supuesto, a las limitaciones propias y a las exigencias de la realidad? ¿O no vemos necesario este ejercicio de introspección?
En la vida continuamente surgen dificultades y tenemos que tomar decisiones. La pregunta es si vamos a luchar para contentar a otros (familia, sociedad) o si preferimos dirigir nuestros esfuerzos a alcanzar lo que soñamos. ¿Vivir al servicio de los deseos o imperativos ajenos, o responsabilizarnos de nuestro propio destino?
Lo cierto es que cuando en el día a día nos dejamos arrastrar como náufragos a la deriva, sin faro que nos guíe, con la única esperanza de un golpe de suerte que dirija la corriente hacia la orilla, tenemos garantizados el sufrimiento y la insatisfacción, cuando no la resignación y el conformismo.
Pero, «¿cuál es mi faro?», se pregunta mucha gente.
Tomar en serio esas frases motivadoras que leemos en internet puede ser un buen punto de partida para decidir el rumbo de nuestra vida. ¿Qué mejor faro que los propios sueños?
¡Parece que nos hemos olvidado de soñar despiertos y de creer en nuestros sueños!
Responsabilizarnos de nosotros mismos persiguiendo objetivos que nos acerquen a lo soñado nos producirá más satisfacción que esperar que la inercia nos ponga en el lugar acertado. Y, lo más importante, nos hará sentirnos comprometidos con nuestro propio deseo.
Luego llegarán los obstáculos, claro que sí, será inevitable que aparezcan. Nadie dice que vaya a ser un camino de rosas, pero tampoco nadie puede firmar que todos los obstáculos serán insalvables. ¿No será preferible tomarlos como retos a superar que alejarse definitivamente de lo que verdaderamente nos mueve en la vida? ¿No valdrá más la pena situarse con actitud de lucha ante las adversidades que caer en la impotencia ante los cambios y el regodeo ante la imposibilidad?
Primero soñar, luego establecer objetivos en función de esos sueños. Y el camino… aún por andar.
Daniel González
Psicólogo en Sevilla especialista en Psicología Clínica y Psicoterapia