Una mujer de 23 años consulta preocupada porque, aunque sabe que quiere a su novio, últimamente se aburre con él. No se explica por qué ahora le faltan las ganas de estar a su lado, cuando «él es muy bueno» y está muy pendiente de ella.
Debido a esta situación tediosa que atraviesa, está pensando darse un tiempo para desconectar y comprobar si realmente lo echa de menos. Pero el mero hecho de plantease algo así la hace sentirse culpable.
Cuando entra en detalles, menciona diversos ejemplos en los que él está demasiado atento a ella, y eso a ella la desespera: «basta con que yo diga que me gusta algo para que él me lo compre al día siguiente». Lo cierto es que las primeras veces le gustaron esas atenciones del novio, pero con el tiempo se ha sentido empachada con tantos regalos.
¿Es acaso una persona desagradecida? Ni mucho menos. No es ese el punto de vista que aporta la psicoterapia, tal como yo la concibo.
Lo que advertimos en este caso fue que el novio confundía la expresión de un deseo por parte de ella con una petición a él para que se lo suministrara.
No sólo en la compra de artículos para regalarle, sino en cualquier contexto en el que ella mostraba sus ganas, él se mostraba solícito, buscando la forma de complacerla inmediatamente. Sin embargo, con tantas atenciones, lo que el novio lograba era «matarle» el deseo a ella una y otra vez.
Por decirlo en pocas palabras y en lenguaje coloquial: él no la dejaba desear. Y vivir sin deseo es algo más que estar aburrido: es estar muerto en vida pues, como cualquiera puede imaginar, es el deseo lo que nos hace sentir vivos.
En el tratamiento que realizó esta mujer, quedó muy claro que lo que ella quería era seguir luchando para conservar la vitalidad, a la vez que no quería renunciar a lo bueno que ofrecía su pareja.
Entre muchas otras cosas abordadas en las sesiones de psicoterapia, pero por simplificar aquí, diré que la posibilidad de entender su aburrimiento desde esta perspectiva la ayudó a desculpabilizarse por su falta de ganas de estar con él; además, encontró medios de hacerle ver al novio que no tenía que responder siempre a todo lo que ella señalaba.
De esta forma, la relación continuó adelante y, aunque la tendencia de cada uno no cambia nunca totalmente, lograron encontrar nuevos modos de mantener el deseo vivo en la pareja, que era el objetivo por el que, a fin de cuentas, ambos se estaban aplicando a su manera.
Dicho esto, ahora querría comentarle que, si usted está atravesando una situación de aburrimiento en su pareja y esto le preocupa, sería importante que, antes de alargar el malestar o de decidirse a romper la relación, pudiera encontrar un espacio profesional que le ayudara a probar otras salidas.
Como psicoterapeuta, tomo demasiado en serio este tipo de situaciones como para tratar de ofrecer soluciones mágicas que supuestamente ayudan a todas las parejas. Eso sería infravalorarle a usted y menospreciar la complejidad de las relaciones humanas. Además, quizás su caso sea opuesto al que he traído aquí: aburrimiento por falta de atención de su pareja.
Por experiencia profesional puedo decirle que los consejos generales sirven más bien de poco. Al contrario, habría que analizar detenidamente cómo funciona su relación de pareja y cómo se está desenvolviendo usted en ella.
A esto sí puedo le puedo ayudar.
Pero recuerde que todavía no sé nada de usted. Primero tengo que escucharle.
Daniel González
Psicólogo en Sevilla especialista en Psicología Clínica y Psicoterapia