Mi hijo se hace pipí en la cama

Un niño de diez años acude con sus padres a consulta por enuresis nocturna.

Los padres comentan que su hijo no logra despertarse por las noches para ir al baño y se hace pipí en la cama. Esto les preocupa desde hace tiempo; de hecho, han probado varios métodos para intentar resolverlo, tal como levantarlo a horas determinadas por las noches, suprimir la ingesta de líquidos dos horas antes de acostarse, darle algún premio cada mañana que haya logrado no mojar la cama, etc.

Nada de esto ha funcionado. Están desesperados porque su hijo ya tiene una edad en la que debería tener ese hábito suficientemente adquirido y, debido a esta incontinencia de orina, se está privando de ir a campamentos de verano o de quedarse a dormir en casa de sus primos.

Cuando me reúno con este chico y me preocupo por él, sin centrarme en la enuresis, me habla de cómo se siente en su familia: le da rabia comprobar que los padres siempre recurren a él para los trabajos más feos de la casa, mientras que, para tareas más sugerentes y atractivas, sí que se acuerdan de los hermanos.

Afortunadamente para este chico, en las entrevistas conjuntas, estos padres admitieron las quejas de su hijo acerca del agravio comparativo, se mostraron de acuerdo con los hechos que el hijo contó y estuvieron dispuestos, además, a realizar cambios en las interacciones familiares.

Este niño se sintió escuchado por los padres, y en pocas sesiones desapareció el problema de enuresis. Sin embargo, lo más importante no fue la remisión de la incontinencia de orina sino que, a partir de ser comprendido por sus padres, se establecieron nuevas formas de relación en la familia, que permitieron a este chico encontrar un lugar más digno para él en el deseo de los padres, diferente al que venía ocupando desde hacía años.

Si las técnicas para superar la enuresis que estos padres probaron al principio hubiesen sido efectivas, probablemente su hijo se habría dejado de hacer pipí en la cama; pero ¿no cree posible que se seguiría sintiendo igual de mal en cuanto a su posición en la familia, mostrándose rebelde con sus padres y sintiendo envidia de sus hermanos?

Otros casos de enuresis que he tratado no se resolvieron de la misma manera ni fueron la expresión de este tipo de conflictos. Cada niño es un mundo y ningún caso es igual a otro.

Si a usted le preocupa algún problema cercano de enuresis, tenga en cuenta que el caso de su familiar es único, por eso no le ofrezco técnicas generales para ayudar a ese niño o esa niña a controlar el pipí, como si de una mera cuestión muscular se tratara. Lo que sí me parece prioritario e imprescindible es una escucha atenta de aquello que subyace al síntoma, una escucha que favorezca el análisis de las situaciones que impiden a su familiar adquirir el control de la orina mientras duerme.

A abordarlo de esta forma sí le puedo ayudar.

Pero recuerde que todavía no sé nada de ustedes. Primero tengo que escucharles.

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