La formación de síntomas psíquicos (I)

En sus primeras elaboraciones teóricas sobre la formación de los síntomas psíquicos, Sigmund Freud consideraba que el mecanismo de defensa empleado ante las experiencias traumáticas determinaría el tipo de cuadro psicopatológico posterior.

Partía de que en toda vivencia coexisten la representación mental de lo ocurrido y su afecto concomitante. ¿Qué ocurre ante un suceso traumático? En tal caso, el Yo no quiere saber nada de lo ocurrido, pero ya no puede eliminar la huella impresa en la memoria ni el afecto que lo acompañó.

En tales situaciones, la solución que encuentra el Yo consiste en debilitar el vínculo existente entre la representación mental de dicho suceso y el afecto.

De este modo, la representación se quedará sin la energía necesaria para asociarse a otras representaciones en la consciencia, con lo que su capacidad de perturbar al Yo se verá mermada. Diremos, entonces, que sobre dicha representación ha actuado el mecanismo de represión. Esto producirá una división en el psiquismo entre los contenidos conscientes, por un lado, y los inconscientes, por otro.

Conviene aclarar en este punto que la represión sólo actúa sobre las representaciones, no sobre el afecto. El afecto que estaba ligado a la representación traumática va a quedar libre por efecto de la represión.

Así, una vez desligados afecto y representación, esta última permanecerá en un plano inconsciente para el sujeto, mientras que el afecto libre seguirá un nuevo destino:

  • Si el afecto se transforma en excitaciones somáticas, por el mecanismo de conversión, el resultado será la presencia de síntomas corporales sin causa orgánica: parálisis de un miembro del cuerpo, alteración sensorial transitoria, afonía, convulsiones conversivas, etc. Son los denominados síntomas histéricos.
  • Cuando el afecto desligado de la representación traumática se desplaza a otra representación más tolerable para el Yo, creando un falso enlace, el síntoma que aparece será una obsesión (un pensamiento aparentemente absurdo que se impone involuntaria y recurrentemente en la consciencia) o una fobia.

De estas dos formas, aunque la representación mental del trauma permanece en el psiquismo, apenas genera malestar al Yo, por haber pasado a un estado inconsciente. Los síntomas resultantes (histéricos, obsesivos o fóbicos) parecerán incomprensibles, hasta que por el análisis descubramos su asociación con el hecho traumático.

Esta es la base de la formación de síntomas según las teorías psicoanalíticas iniciales. Para explicar los síntomas psicóticos (alucinaciones y delirios), Freud también describiría un mecanismo mucho más radical que la represión. Lo veremos en otro post.

Daniel González
Psicólogo en Sevilla especialista en Psicología Clínica y Psicoterapia

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