Estado de alarma: ¡aburrirse no es algo malo!

El estado de alarma declarado por el gobierno español para combatir la pandemia del coronavirus (COVID-19) incluye entre sus medidas la restricción de la movilidad de los ciudadanos durante los siguientes 15 días. Ante esta declaración muchas personas se preguntan qué hacer para no aburrirse durante estas dos semanas de «retiro obligado» en su domicilio, acostumbradas como están al ritmo frenético de la sociedad actual: «¿Qué vamos a hacer tanto tiempo en casa? ¡Los niños van a aburrirse como una ostra!»

Sabemos que tenemos múltiples manera de entretenernos: viendo series, leyendo libros, jugando a videojuegos, conectados a las redes sociales, amén de esas tareas pendientes para las que hasta ahora no habíamos encontrado tiempo. Pero si aún así aparece el aburrimiento, recuerden que aburrirse no es algo malo.

Aburrirse es la señal de que el deseo está vivo, y esto es señal de salud. La falta de deseo, por el contrario, sería indicativa de algún trastorno mental; por ejemplo, en los casos graves de trastorno mental es habitual encontrar un déficit motivacional generalizado o, en la esquizofrenia catatónica, estados en los que el paciente puede quedarse ausente e inmóvil durante largos periodos de tiempo sin sentir aburrimiento.

El aburrimiento no es la falta de deseo, es la prueba de que existe un deseo más allá de los objetos presentes. Pero, según cómo gestionemos esta falta de estímulos externos, aburrirse será más o menos insoportable.

 

¿Cómo hacer insoportable la sensación de aburrimiento?

Dos reacciones típicas a la falta de estímulos externos que lo hacen desagradable son la huida de uno mismo y la expectativa de que algo/alguien de fuera venga a sacarnos de tal estado.

 

Creación personal

El freno en la rutina impuesto por el estado de alarma va a dejarnos espacio libre en la agenda para cultivar el encuentro con algo subjetivo: imaginación, creatividad, conversaciones más profundas con nuestros familiares, conectar con uno mismo… Si huimos de nosotros mismos, tratando de llenar ese hueco en la agenda «como sea y con lo que sea», no estaremos haciendo más que una reproducción a escala doméstica de la vida estresante que veníamos llevando hasta la aprobación de este real decreto. Esperar que alguien de fuera venga a librarnos del aburrimiento es otro tipo de huida que tapona ese espacio del que podría emerger alguna creación personal.

¿Creación personal? No se trata de esperar que salgan genios de cada familia después de estas dos semanas, sino de disminuir el ritmo de las actividades para tomar conciencia de la vida que llevamos, lo que queremos, lo que valoramos, cómo nos sentimos, así como para jugar con los hijos, si es el caso, o, en definitiva, mostrar un interés más genuino por los familiares más cercanos.

Daniel González
Psicólogo en Sevilla especialista en Psicología Clínica y Psicoterapia

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