La «envidia» y los «celos» son sentimientos similares pero cada uno de ellos tiene sus propios matices.
Curiosamente, pese a la dificultad de muchas personas para nombrar las diferencias, el uso que se hace de ambos términos suele ser bastante certero.
¿Alguna vez se ha detenido a pensar en qué se diferencia la envidia de los celos?
Desarrollaré algunas cuestiones con el fin de aportarle claridad.
La envidia es el sentimiento de tristeza o de pesar ante otra persona que posee o goza de algo deseable.
Como imaginará, lo deseable no son sólo objetos materiales sino también cualidades, logros, rasgos de personalidad, autorrealización, etc.
Los celos están estrechamente relacionados con la envidia pero tienen otras propiedades.
Para empezar a distinguirlos señalaré que la envidia es cosa de dos, mientras que los celos se juegan entre tres:
Juan siente envidia porque Luis tiene algo que él (Juan) querría tener.
Juan tiene celos de Luis porque lo supone atractivo a los ojos de Ana.
Como habrá notado, la diferencia la marca la presencia de Ana como sujeto deseante en el caso de los celos.
En el primer ejemplo, Juan sale perdiendo de la comparación con Luis, al idealizar el bienestar que le produce la posesión de un objeto supuestamente valioso.
En el segundo ejemplo, si Luis tiene algo valioso no es la relación con Ana. Puede que ni siquiera se conozcan.
¿Qué es lo valioso que tiene Luis, entones?
Este es el punto clave.
Un don, belleza, dinero, estatus, etc. Algo que, según Juan, lo hace atractivo para Ana, aunque esta atribución que hace sólo exista en el plano de su imaginación.
Antes de seguir me detengo un instante a aclarar que, aunque estoy usando un ejemplo de pareja, no olvido que los celos se pueden dar en otros tipos de relación: familiares, escolares, laborales, de amistad…
Si se fija, el funcionamiento es el mismo en cualquiera de ellas.
Lo que predomina cuando hay celos es el temor a dejar de ser el objeto del deseo para alguien importante (para Ana, en el ejemplo) y vernos reemplazados por otra persona (por Luis).
Por eso, los celos suelen ir acompañados de una protesta, una reclamación, una llamada para seguir ocupando un lugar privilegiado entre los intereses de nuestro ser querido.
Por último, tanto la envidia como los celos parecen inherentes al ser humano, aunque es cierto que no todo el mundo los siente en la misma medida ni los resuelve de idéntica forma. Tenemos cientos de ejemplos: desde la posición destructiva de la malvada madrastra de Blancanieves hasta las grandes creaciones artísticas surgidas de la rivalidad entre grandes maestros.
Daniel González
Psicólogo en Sevilla especialista en Psicología Clínica y Psicoterapia