El sistema de crédito social chino: tanto pierdes tanto vales

Hace aproximadamente un año que China implantó el carnet por puntos para «buenos ciudadanos». Se trata de un sistema de créditos sociales que puntúa a los ciudadanos en base a diferentes criterios: su conducta cívica, las páginas de internet visitadas, los productos que compra online, etc. La puntuación determina el derecho de los ciudadanos a acceder a ciertos servicios (empleos, escuelas, transportes) así como las penalizaciones impuestas a los «malos ciudadanos». Como es lógico, las recomendaciones para evitar los castigos pasan por seguir las normas y cumplir las órdenes que se dan en los distintos escenarios.

Uno de los argumentos en que basa el gobierno chino la justificación de esta medida es, literalmente, «la importancia de fortalecer la conciencia de sinceridad de los miembros de la sociedad».

Nada más lejos de la realidad. Lo que se espera de los ciudadanos chinos poco tiene que ver con la sinceridad sino con un comportamiento adaptado, obediente con los intereses del poder influyente, con independencia de si el ciudadano actúa conforme a su propia forma de pensar o no.

La situación planteada es un callejón sin salida para los ciudadanos chinos, quienes tendrán que mostrar públicamente su acuerdo con lo instituido mediante un comportamiento socialmente correcto o expresando como propia la opinión preestablecida. Esta adaptación a la sociedad la pueden conseguir por dos vías principalmente:

  • Alienándose: acatando las órdenes sin cuestionarlas, es decir anulando su capacidad de juicio, para servir a los que mandan.
  • Fingiendo estar de acuerdo con todo aquello que propone el gobierno, lo que entra en total contradicción con «fortalecer la conciencia de sinceridad». ¿Qué va a generar esta imposibilidad continuada de expresarse sinceramente? Un enorme sentimiento de rabia, que tampoco puede ser expresado, puesto que restaría puntos en la «información individual del ciudadano».

Pérdida de criterio o pérdida de libertad: las dos formas de conservar los puntos de «buen ciudadano» chino.

¿Estamos muy lejos de este sistema los países occidentales? Espero que sí, pero me temo que no. Al menos, en el mundo de los negocios la tendencia es imparable. ¿Quién no ha consultado en tripadvisor la puntuación de un hotel o de un restaurante antes de reservar? Y no sólo las empresas son valoradas sino también los clientes, como en airbnb, que huéspedes y anfitriones se puntúan mutuamente una vez finaliza su estancia.

¿Libertad o control? ¿Riesgo o seguridad? El eterno debate sigue abierto. No seré yo quien encuentre la solución, pero sí tengo claro que, si es cierto que la adaptación social facilita una convivencia libre de conflictos, es al precio de anular las conciencias de los ciudadanos.

Mi posición al respecto es clara: ampliar las conciencias, nunca anular la subjetividad. Y con esta finalidad me desenvuelvo cada día en el ejercicio de mi profesión.

Les invito a leer el artículo: ¿A quién beneficia más la adaptación social: a las personas o al sistema?

Daniel González
Psicólogo en Sevilla especialista en Psicología Clínica y Psicoterapia

Deja un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.