Una de las experiencias que, tarde o temprano, todas las personas tenemos que atravesar es la pérdida de algún ser querido, sea por fallecimiento o por ruptura sentimental.
En tales casos, el vacío producido por la ausencia de nuestro ser querido nos deja durante algún tiempo bastante desorientados, puesto que el afecto hacia la persona sigue vivo, incluso puede que más a flor de piel que nunca, pero la persona ya no está con nosotros. Generalmente, junto a ese vacío, se despiertan otros sentimientos como tristeza, rabia, impotencia.
¿Son negativos estos sentimientos? Los sentimientos nunca son negativos, aunque resulten desagradables de tener. Lo que aquí nos están indicando es que nuestro mundo interno ha quedado trastocado con la marcha de una persona significativa y ahora necesitamos restaurarlo. A este proceso de restauración lo llamamos duelo.
Entendido así, queda claro que el duelo no es una enfermedad, por mucho que sus manifestaciones emocionales nos recuerden a una depresión. El duelo es un proceso sanador, necesario para cicatrizar la herida emocional que nos ha dejado la pérdida de nuestro ser querido. Por eso mismo, la mayoría de las veces los duelos se resuelven sin ningún tipo de tratamiento: ni farmacológico ni psicoterapéutico. Esto conviene tenerlo en cuenta si se busca ayuda sanitaria, ya que, en tal caso, la intervención profesional tendría que facilitar la elaboración del duelo, nunca tratar de anularlo.
También quisiera enfatizar que de un duelo bien elaborado se puede salir crecido y fortalecido; pero, para eso, no hay que tener prisas. Las prisas por concluir el duelo dificultan su elaboración, ya que es un proceso que requiere tiempo. Este tiempo dependerá de cada persona, tanto de sus características personales como de lo que haya perdido con la pérdida de su ser querido: ¿Quién era esa persona para mí? ¿Quién era yo para ella? ¿Qué me aportaba? ¿Cómo me hacía sentir?
Por otra parte, igual que cuando formaba parte de nuestra vida, los sentimientos que ahora nos despierta la ausencia de esa persona pueden ser de todo tipo, desde ternura hasta enfado y rabia. Tolerar la presencia de todas estas emociones ayuda a superar la pérdida mucho más que negar algunas de ellas. Esto es importante recordarlo porque la no aceptación de esos sentimientos puede complicar la resolución del duelo: no se trata ni de quedarnos sólo con lo malo de esa persona, en el caso de una ruptura de pareja, ni de creer que todo fue idílico, en caso de fallecimiento.
Desgraciadamente, algunas personas no logran concluir eficazmente el proceso; el duelo se les complica, causándoles un alto grado de sufrimiento, y les impide el normal desarrollo de su vida diaria. En un estado así, sí es recomendable buscar ayuda profesional.
Si este es su caso, sepa que le puedo ayudar a elaborar el duelo y a poder seguir adelante con su vida, a pesar de esa pérdida irreparable. No le ayudaré con recomendaciones generales sino trabajando su caso particular. Por eso, nada más puedo decirle en estos momentos. Recuerde que todavía no sé nada de usted. Primero tengo que escucharle.
Daniel González
Psicólogo en Sevilla especialista en Psicología Clínica y Psicoterapia