La partida está a punto de comenzar. Los gobernantes han sido seleccionados por sus ciudadanos para que jueguen al ajedrez en nombre de su país. Las decisiones que tomarán tendrán que beneficiar al país como conjunto. Juegan con blancas. No olvidemos que lo importante, al final de la partida, es haber dado jaque mate a las negras, independientemente del número de piezas blancas que queden en el tablero. Eso sí, una de ellas tiene que ser necesariamente el rey. Las demás piezas… seremos los ciudadanos.
Ha comenzado la partida. Los políticos tienen que decidir en nombre de las instituciones que representan. No olvidan que un país es algo distinto a la suma de sus habitantes. El país ha existido antes de los ciudadanos actuales y seguirá existiendo después. Por eso, para ganar la partida, los dirigentes decidirán salvar algunas piezas y sacrificar otras: sector privado o público; agricultores o transportistas; por cuenta propia o por cuenta ajena, etc.
Los ciudadanos desconoceremos la mayoría de las intenciones que se esconden detrás de cada movimiento así como las estrategias a que obedecen. Seremos necesarios como peones para trabajar y para consumir por el bien del país. Y, ante todo, debemos tener claro que las promesas que nos hicieron en campaña electoral sobre la defensa de nuestros intereses pasarán a un segundo plano, puesto que lo que prima ahora es la visión de conjunto.
Estamos ahí para ponernos en primera línea de batalla, decididos a defender el escudo allá donde haya que ir y a sacrificarnos, si es preciso, por el interés colectivo. Para ello, es imprescindible que antes nos hayamos identificado con nuestra patria y no tengamos muchas inquietudes por cuestionar los movimientos de los que deciden. Seguro que con pan y circo, como decían los romanos, no haremos mucho ruido.
La partida se sigue desarrollando. Las blancas están bien posicionadas desde un punto de vista macroeconómico. Sólo hay que lamentar algunas bajas, las de aquellos ciudadanos que tienen dificultades para llegar a fin de mes, pero debemos tranquilizarnos porque, en líneas generales, los políticos ven con optimismo la situación actual del país.
¿Cuáles serán los siguientes movimientos? ¿Qué pieza será la siguiente sacrificada? No importa, lo prioritario es el país. No seamos ingenuos. Recordemos que de «la gente» (como se refieren los políticos a nosotros) no se espera mucho más, tan sólo que actuemos así: como piezas de ajedrez.
Daniel González
Psicólogo en Sevilla especialista en Psicología Clínica y Psicoterapia