Cambiar lo que nos hace daño: ¿por dónde empezar?

En este post señalo un error muy común que cometemos cuando perseguimos cambios y planteo cómo tener más probabilidad de éxito para lograrlos.

Sonia ya no puede más. Está agotada porque sus hermanas siempre esperan que ella sacrifique sus asuntos personales y sea la que resuelva los problemas de la familia. Esto que le piden no es nuevo, ella lo recuerda desde que tiene uso de razón.

Sonia no se atreve a protestar y, si lo hace, es con la boca pequeña: una queja sin mayor trascendencia que lo deja todo igual. Para colmo, las hermanas no entienden su queja y la llaman egoísta cada vez que ella amenaza con dejar de responder a sus peticiones.

¿Por qué continúa satisfaciendo todas las demandas familiares? ¿Para evitar el enfado de las hermanas, para que la familia siga unida, por no sentirse culpable? Comoquiera que sea, casi siempre actúa automáticamente, y sólo a posteriori se da cuenta de que ha repetido aquello que tanto quisiera evitar. Lo que Sonia tiene claro es que ya no puede más. Se siente atrapada, con el pecho encogido y con dificultades para respirar; está harta, «al borde de la depresión» y con mucha rabia acumulada que no se atreve a expresar.

 

Un error muy común

Por desgracia, la solución que Sonia busca no la ayuda en absoluto: espera que sea la familia la que cambie y deje de colocarla en esa posición insoportable para ella. Pero, claro, al ver que ese cambio nunca llega, siente una enorme impotencia.

 

Una pregunta orientada al cambio

Sonia, dices que te gustaría que este patrón familiar finalizara de una vez por todas. Pero, ¿qué piensas: que tu familia va a cambiar esta situación que tanto la beneficia o que el cambio lo tendrás que hacer tú, que eres la perjudicada?

 

¿Dónde ponemos el foco?

A menudo nos empeñamos en tener el visto bueno de nuestros allegados para poder actuar de manera distinta a lo que esperan de nosotros. O nos desgañitamos rogándoles que dejen de exigirnos algo que nos disgusta. Pero, ¿no será preferible que aprendamos a regular nuestro propio comportamiento y que nos autoricemos nosotros mismos a cambiar aquello que nos hace sufrir?

 

No será un camino de rosas…

Volviendo a Sonia, lo más probable es que las hermanas se resistan al cambio de ella y descalifiquen su nueva actitud cuando empiece a actuar de manera diferente a como las tiene acostumbradas. Aun así, ¿no será más rentable para ella invertir la energía en ensayar nuevas formas de actuación que en ver pasar la vida esperando a que las hermanas le proporcionen la tranquilidad que ella tanto necesita?

Desde fuera se ve todo tan fácil… Pero qué difícil resulta abandonar algunos patrones de relación.

¿También usted se ve envuelto en dinámicas familiares (o de otro tipo) que le hacen sufrir? ¿No le gustan algunas cosas que otros esperan insistentemente de usted? Cómo logrará el cambio dependerá de muchos factores.

Recuerde que todavía no sé nada de usted. Primero tengo que escucharle.

Daniel González
Psicólogo en Sevilla especialista en Psicología Clínica y Psicoterapia

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